Los cristianos de hoy en día, tenemos más evidencia que ninguna otra generación de que Cristo va a venir en nuestros días. En cualquier momento podríamos hallarnos disparados a través del espacio para encontrarnos con Jesucristo cara a cara. De esta manera Dios nos estaría librando a nosotros y los seres queridos de los horrorosos juicios de la TRIBULACIÓN. Realmente deberíamos estar viviendo como si cada momento pudiera ser el último para nosotros sobre la tierra.
Hay una serie de sucesos sobre el arrebatamiento y el traslado al cielo, que debemos tener presente, ya que ninguna otra religión del mundo ofrece una doctrina tan extraordinaria sobre la resurrección:
1) El mismo Señor descenderá de la casa de Su Padre, donde está preparando un lugar para nosotros y nos llevará con El ( Juan 14, 1-3 y 1 Tesalonicenses 4,16).
2) En 1 Tesalonicenses 4, 13-14 dice la Biblia: "Hermanos, no queremos que se queden sin saber lo que pasa con los muertos, para que ustedes no se entristezcan como los otros, los que no tienen esperanza. Así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también creemos que Dios va a resucitar con Jesús a los que murieron creyendo en Él " .
La esperanza del cristiano no se limita a esta vida, sino que traspasa los límites de la tumba hasta alcanzar la plena posesión de la vida eterna (1 Corintios 15, 18-19). Dirigiéndose a los fieles de Éfeso (Efesios 2,12) , Pablo les hace memoria que cuando vivían en el paganismo, lejos de gozar los privilegios del pueblo escogido de Dios, estaban sin esperanza y sin Dios en el mundo. En efecto, el que no cree en Dios no puede creer en la vida de ultratumba, sino que todo se le acaba con la muerte. Los cristianos tenemos seguridad de que al otro lado de la tumba, nos espera el Señor.
3) " Los que murieron creyendo en Cristo, resucitarán primero; después, los que estemos vivos seremos llevados, juntamente con ellos, en las nubes, para encontrarnos con el Señor en el aire; y así estaremos con el Señor para siempre (1 Tesalonicenses 4, 17). Aquí tenemos profetizado el arrebatamiento de los creyentes, tanto de los que hayan muerto y resuciten entonces, como de los que vivan y sean transformados ( 1 Corintios 15,51-52). Dice que el encuentro se realizará en el aire no en la tierra, con lo cual se distingue claramente de su regreso a la tierra según se halla anunciado en Zacarías 14,4 y ss; Mateo 24, 29-30; Apocalipsis 19, 11-16. Nótese también que las afirmaciones de Pablo son de carácter general, es decir, todos los creyentes en Cristo, muertos o vivos, tendrán parte en dicho arrebatamiento.